Aspectos pràcticos

Se obró la Redención, porque se necesitaba la muerte de un Dios hecho carne. El más bello de los hombres, sin embargo, tiene su rostro como el de alguien humanamente destruido: abofeteado, escupido, mesada la barba, flagelado, muriendo sofocado en la cruz. Pero sus cualidades estructurales son las que lo hacen el más hermoso en su humildad, en su redención, en su amor sin límites.

No se ve a María gritando contra los asesinos de su Hijo, sino, en silencio, ¡al pie de la cruz!

Y, mientras tanto, ¡cuántas desavenencias entre las familias porque un hijo fue, por caso, atacado de palabra, o porque se lo juzgó mal!

Nacida en el tiempo, toda criatura tiene su historia,-en una dimensión eterna. El mundo no va hacia la muerte y la destrucción, sino hacia la plenitud, con la participación redentora de los mismos hombres. Este es el ideal para todo hombre. Sin él, sería una reproducción. En la que no se tendría en cuenta la conciencia de la responsabilidad paterna.

La madre, en la pobreza total respecto del hijo, libre ante cualquier aconteciiniento, pero extremadamente amorosa, acompaña paso a paso la historia de Dios escrita en su criatura. Como en Jesús y María, la madre no se aleja del destino del hijo: sus sufrimientos y sus glorias también le pertenecen.

Incluso cuando los hijos se alejan físicamente, siguen viviendo, juntos, la historia de la redención, haciendo cada uno lo que le corresponde. ¡He aquí la maternidad verdadera y completa de cada mujer!

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