Aspectos prácticos
Por tanto, debes dejarte convertir en inmaculada. La purificación debe hacerse en la dimensión total de la vida del cristiano. Debemos tener clara la unidad del hombre. Loque lo toca en su dimensión física, repercute en su persona integral. Lo mismo sucede en lo que se refiere a su dimensión síquica o a la espiritual. Es un todo vivenciaimente indivisible.
Por ahora vamos a presentar, bajo diferentes aspectos, el ejercicio que lleva a la purificación, sólo para resaltar la propia unidad, pues cada acto o conquista, aparentemente aislados en el cuerpo, en la mente, en la sique, en el espíritu, en el alma, en la voluntad, en la fe, en la esperanza o en la caridad, se manifestarán en el ser total.
En el cuerpo. No hay reglas fijas para todos y no se trata de tener o no relaciones sexuales; se trata del modo como se ejecutan los actos, eso es lo que los hace impuros: sí existe la búsqueda de sí mismo, la sujeción a otro, la indiferencia por sus sentimientos. El cuerpo debe gozar de tranquilidad, de serenidad, en relación con la comida, la bebida, el cigarrillo, todo lo que pueda excitar. "Esa raza de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno" (Me 9,29). Esto no quiere decir que sean necesarios sacrificios y flagelaciones, sino que se debe tener una interiorización cada vez mayor. Cuando se reza profundamente, uno de los resultados es la paz que experimenta el cuerpo mismo. También él tiene que volver a la armonía de la pureza original.
En la mente. Aquietar los pensamientos es mucho más difícil. Hay que buscar su silencio, porque la mente es una realidad repleta de ideas que influyen e integran el ambiente materno. Influyen en el ambiente en el que va a nacer el niño. Los pensamientos no deben ser solamente "positivos", sino, ante todo, santos. Es decir, sumergidos en la fuente de la vida y del amor. Purificarse en la mente es alejar los pensamientos inútiles, las fantasías, y llenarla con lecturas edificantes y evangélicas.
En la sique. La pareja debe evitar la dependencia recíproca, pero debe apoyarse en Cristo, en la fe. ¡Cristo es nuestra Paz! paz que se logra también por medio de la liberación de tantas cosas humanas que causan inestabilidad e inseguridad. El inconsciente huye del control de la voluntad, pero lo alimenta la oración. Aunque no sea purificado directamente por el ejercicio de la voluntad, es purificado como consecuencia de la oración constante. Por revelación y por experiencia, sabemos que Cristo es nuestra paz. El transforma todas las dimensiones de nuestro ser. En el inconsciente, en lo más profundo de la siquis, ahí también habita Cristo. Allí también él lleva la paz. La siquis, que anhela la seguridad, se apoyará en la fe, en la esperanza y en la caridad. Se vuelven inmaculados los impulsos, las emociones extrañas, las explosiones de sentimientos negativos. Se purifican los deseos escondidos a medida que se va viviendo la espiritualidad y a medida que el inconsciente va siendo transformado por la gracia. Como consecuencia se logra la unidad del ser, el inconsciente se aproxima al consciente.
0 comentarios:
Publicar un comentario