Aspiraciòn intuitiva
La inmaculada es la materia creada, hecha persona. Materia creada quiere decir la creación hecha persona, la expresión del pensamiento de Dios, individualizado en una persona, con sus cualidades, en la dimensión de humanidad en donde todos pueden volverse a encontrar en sus características generales.
En María, podemos encontrarnos en nuestras circunstancias. A nosotros nos corresponde imitarla en las cosas eternas que pertenecen, por esencia, a nuestra naturaleza.
Sabemos que el alimento físico no es la sangre, ni siquiera la propia persona, sino que, cuando lo recibe y asimila, asume características de su sangre, pasa a formar parte de su ser, de su modo de vivir. En el sentido espiritual, dijo Jesús: "Mi alimento es hacer la voluntad de Dios" (Jn 4, 34).
A medida que se vive únicamente para hacer la voluntad del Padre, se asume la vida de Dios y, alimentándose de la dimensión del Padre, nace y crece una armonía gradual con él. El universo no es loco. Sigue su rumbo, cumpliendo su finalidad de cantar la gloria de Dios, corriendo hacia la divinización total. Nosotros sí podemos ser locos y entrar en desarmonía con el plan universal. Podemos quedar alienados, fuera de la historia y fuera de la perfección del hombre, que es llegar a la plenitud de la vida.
Aun las más bellas ideas caen y mueren, si no son fruto de este juego global de la creación, de esta armoníádel plan original. ¡He aquí por qué es importante hacer la voluntad de Dios, y nada más! Sólo ahí encontramos la respuesta para todo. No podemos seguir nuestros gustos y nuestra opinión. Pecamos precisamente cuando, apartados del Absoluto, seguimos nuestro "yo juzgo, yo quiero, a mí me gusta". Tenemos que complacer a Dios, es decir, volver los ojos, la inteligencia y el corazón hacia él.
Como dijo Chiara Lubich: "¿Resignarse a hacer la voluntad de Dios? Al contrario, deberíamos hablar de resignación cuando se trata de hacer nuestra voluntad, que es insípida, poco fructuosa y poco constructiva. Hay que desear la voluntad de Dios, ¡porque es lo mejor que podemos desear! Por tanto, no hay que decir: 'tengo que hacer' la voluntad de Dios, sino ¡'puedo hacer' la voluntad de Dios" (La nueva ciudad, 81).
Este Dios, infinitamente sabio y poderoso, desposó a una criatura, María, y engendró a Jesús. ¿Y quién es Jesús? Rey del universo y centro de la historia. Rey del universo, al que todo fue sometido, Todo se somete a él, por lo que es él, por lo que recibió en herencia de Dios y de María. Por su propia riqueza interior venció las tempestades, a los demonios, la muerte, ta naturaleza.
Tipa nueva dimensión se abre para nosotros. Nueva visión que desafía todas las ciencias, filosofías e investigaciones de genética, porque pertenece a la dimensión de quien nos creó. Las ciencias humanas, basadas en los datos limitados que posee, no pueden pasar de ahí. A Dios no se puede llegar sino por medio de la fe.
La filosofía todavía no sabe cuál es la verdad. ¿Cómo puede aceptar que Cristo, como Dios y como hombre, afirme: "Yo soy la verdad" (Jn 14, 6)?
'La genética busca la perfección de la raza, mezclando los cromosomas y promoviendo la fecundación "in vitro". Pero la perfección sólo se alcanza cuando, como María, tengamos una inmensa perfección para colocar en el ser en gestación, filia, por su pobreza, desde la concepción, pudo dar la riqueza total, oriunda del Espíritu Santo, el mismo Dios;
Nosotros lo alcanzamos solamente por el bautismo. Este supera la filosofía porque engendra la verdad, y supera la genética porque da la fuente perfecta de la vida. La ciencia humana se vuelve insignificante ante el hombre nuevo, destinado a vencer la muerte.
Este es el sueño de la humanidad: ¡vencer la muerte! Esta es la razón final de la investigación médica. Jesús, con su resurrección, demostró su superioridad sobre todas las potencias y males terrestres. La criatura humana puede en él recuperar esta superioridad.
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