Hablando con su Bebé

La intuición natural lleva a la humanidad a unir la figura de la madre con el concepto de pureza. En ningún país del mundo se admite la ofensa a la propia madre. Todos deseamos, como origen, un seno puro y santo. Por tanto, la propuesta a las madres para que se purifiquen y se santifiquen durante el embarazo, está dentro de una exigencia espontánea de la naturaleza.

Las civilizaciones presentaban y presentan a sus mujeres de acuerdo con sus valores. Por ejemplo, en Esparta, las madres ofrecían sus hijos sobre los escudos para que fueran guerreros; los niños anormales eran destruidos. Las mujeres del Antiguo Testamento eran presentadas como salvadoras de su pueblo. Pero solamente con el cristianismo, en María, tenemos a la mujer perfecta o completa.

Aquí, no tenemos sino el cumplimiento del propio deseo del ser humano, realizado a través de un camino: Cristo. De entre las diferentes ideas de mujer y de madre presentadas en la historia, surge la figura de María, la inmaculada, bella y eternamente contradictoria.