Consagraciòn y sacerdocio en el matrimonio

Por eso el hombre debe saber que va a asumir una persona débil, pecadora, imperfecta, y que sus hijos serán también imperfectos y, sobre todo, que él mismo está lleno de defectos y que por sí mismo no puede nada. Sólo perdiéndose en el Evangelio, mirándose en Cristo, podrá conducir a su familia.

Todo ser humano, en su forma específica, está engendrado para engendrar. El hombre es hombre físicamente cuando es padre o tiene las posibilidades de serlo. Su ser completo se realiza solamente cuando engendra espiritualmente. Es exigencia íntima, es la esencia de su virilidad.

Lo mismo le sucede a la mujer respecto de su feminidad.

El hombre se convierte en padre por medio de la mujer. Esta desarrolla su fecundidad gracias a la participación del hombre. La mujer nació del hombre, así como los hijos nacen de ambos.

En Cristo, son llevados individualmente a la fecundidad espiritual de proporciones infinitas, y siguen colaborando uno con otro, pero sin depender el uno del otro. En él se logra la comunión íntima con otros hombres y mujeres y, en este aspecto, también se anticipa el Reino, por lo cual, para generar en el Espíritu, sólo basta dejarse absorber en Cristo. El es la comunión infinita entre todos, sin que importe el sexo, la edad, el estado de vida.

En la familia totalmente madura y armónica, le corresponde al hombre, de manera especial, ser su elemento de unión con el Padre, así como Cristo es el intermediario entre el Padre Creador y la tierra creada por él y para él. Del mismo modo que la mujer, de modo especial, debe estar disponible para la acción generadora del Espíritu.

El hombre debe consagrar todo lo que nace de una comunión real, aun cuando no sea posible la relación física. Como José, verdadero esposo de María, en tantas situaciones concretas de fusión de existencias, independientemente de su expresión genital.

Esta es la visión opuesta a una búsqueda de sí mismo, búsqueda de la propia comodidad o tranquilidad, o búsqueda de hijos para la proyección del propio ego (del propio yo).

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