El hombre cristiano
La paternidad es la coparticipación en la generación con el Padre. Es una realidad trascendental que debe realizarse siempre en el hombre, para ser completo. Que se manifieste en el plano físico o no, esto no importa.
Dios engendró por la sobreabundancia de su amor. Organizó, hizo, puso leyes, comenzó y se propuso mantener una "evolución. Legó,, su soplo divino, es decir, legó su vida. Esta fue la obra de Dios Padre, y Cristo manifiesta al Padre.
El ser humano alcanzará su felicidad y su realización cuando logre el pleno conocimiento de todo en Cristo: del presente, del pasado, del futuro, hasta llegar a la cumbre del conocimiento, que es el mismo Dios.
La vida consagrada del hombre religioso, siendo una experiencia existencial en Cristo, no es sublimación de pensamiento o de virtud, sino la plena realización de la vida en Cristo, incluso realización de la paternidad espiritual, que supera cualquier experiencia a nivel solamente físico.
A través de la experiencia mística de comunión con Dios, todo se vive en la pureza del instante de la creación y en la pureza de la Redención. Este debe ser el modo constante de vivir del ser humano.
Decía Jesús: "El que pueda entender, que entienda" (Mt 19, 12). Y personas, espiritualmente fortificadas y formadas en la oración, decían: "Si el herrero en su fragua, el contador en su escritorio, el político en el parlamento, el monje en su monasterio etc., no son contemplativos, el mundo no se salvará" (Gandhi). Y todavía: "Si no vivimos la cruz, nunca seremos cristianos" (Edith Stein).
La cruz es donación hasta de la propia vida por el otro. Lo mismo sucede en la virginidad y en la paternidad, independiente de la opción del estado de vida. Se pasa sobre el narcisismo estéril e impotente para entrar en la fecundidad y en la pureza de la Trinidad.
En esto también nos asemejamos a Dios. No sólo por las características estáticas (como la inteligencia, la voluntad, la espiritualidad), sino también por las características dinámicas, que nos llevan a usar, por amor, todas las cualidades del ser.Si negáramos la fuerza que nos impulsa a la comunión con el objeto infinito, la soledad se vuelve invencible: moriríamos de tristeza o nos suicidaríamos. Solamente por el ejercicio del amor demostramos nuestra semejanza con la Trinidad, en sus características dinámicas, en las.que el Padre se pierde en el Hijo y de ellos procede el Espíritu Santo. La exigencia fundamental es siempre la de perderse.
Volvamos a la perspectiva del Reino, en donde se hace la unidad. En donde no importa ser hombre o ser mujer.
En dirección hacia este objetivo final, el hombre debe definirse en cuanto a su modo de participar en esta construcción.
¿Cómo tendrá que asumirla en el matrimonio?
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