El hombre cristiano

En el hogar y en la paternidad responsable el.homfcre tiene una tarea insustituible junto con la mujer. Ella debe encontrar en él su fuente pura y cristalina, rica y fuerte de virilidad y de divinidad, dónde vivir y alimentar su sensibilidad y su espiritualidad.

Por tanto, ella puede, por medio del conocimiento profundo y perfecto del hombre, reencontrar ya una parte de Dios.

Natural y espontáneamente, la mujer tendrá que llegar a Dios a través del hombre, y viceversa. O cada uno, sobrena-turalmente, podrá adquirir la plenitud a través del misterio de Cristo.

Como vimos en los capítulos anteriores, maternidad y virginidad se exigen mutuamente para ser perfectos. En Cristo, también el hombre descubre qué su paternidad, para ser totalmente realizadora, debe basarse en la oferta incondicional de sí mismo para ser sólo instrumento de la voluntad de Dios. Esta carencia de deseos y de razones propias, en que su autosuficiencia se pliega ante Alguien superior, es su purificación, su virginidad.

En adelante, en cualquier relación con la mujer, sus intereses y su persona estarán en último lugar. Se acaba el egoísmo, comienza la castidad.

La castidad, como la virginidad, es la entrega libre de sí mismos. Es la expresión de la más grande fuerza viril. No se trata de una opresión, que se acepta por debilidad, sino de una expresión de vigor espiritual.

"Sólo los hombres castos pueden ascender al nivel de libertad interior. Sólo los hombres libres pueden vivir en castidad" (.1. M. Bach, Sentido Espiritual de la Sexualidad, Ed. Vozes, INEF).

Para el cristiano es cuestión de amor Amor total a Dios, "sobre todas las cosas" y al prójimo como Cristo amó. Entonces, vivir la castidad en una consagración dentro del matrimonio afuera de él, depende del llamamiento personal que Dios haga. El cómo dependerá del grado de madurez delamor.

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