El Hombre libre

"Todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol malo da frutos malos" (Mt 7, 17).

La educación debe formar al hombre integral, para que los actos buenos sean consecuencia de su interior. Esto puede venir de la elección por la inteligencia, en cualquier época de la existencia. Así puede ser muy difícil vencer las deformaciones de la propia personalidad. Esto se puede obtener, de modo más suave, con la educación gradual de la voluntad que se apasiona por el bien, desde el comienzo de su ser.

Así como la educación y la filosofía se desarrollan cuando se subordinan a valores absolutos, así también la cultura y la ciencia deben servir al hombre, y no subyugarlo o manipularlo.

La ciencia penetra los secretos de la naturaleza, pero sólo la sabiduría nos relaciona con Dios y pone las conquistas al servicio del hombre.

La ciencia establece la relación entre persona y objeto.

La sabiduría relaciona persona con persona.

La fe, basada en la sabiduría, establece la relación entre dos personas: criatura y Creador. Nuestro "yo" es mucho más vasto que nuestro simple raciocinio o inteligencia.

Las ciencias humanas se apoyan en centros de investigación y en libros, cuyo valor cambia con el tiempo. Pueden contribuir al conocimiento existencial, pues "los cielos proclaman la gloria de Dios", y su poder y gloria penetran y se manifiestan por todo el universo.

Pero sólo el conocimiento existencial, que nos lleva a la experiencia de Dios y compromete nuestra vida, puede llevarnos a'intuir quién es El.

El pecado es la causa del desbarajuste total del ser humano. Hay que recuperar y reconstruir ese equilibrio roto por el pecado.

Dice Jesús: el que no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (Jn 3, 3). Nacer de nuevo es ser engendrado en el Espíritu, para que él unifique todos los actos. La mayor parte de las angustias del ser humano vienen de su división interior entre lo que desea hacer y lo que realmente hace, influenciado por otros factores (Rom 7, 15. 19).

Si el niño es engendrado en el Espíritu, tendrá más libertad interior para, en la edad adulta, realizar o no su opción.

Veamos, pues, ai niño desde su origen.

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