La mujer, este misterio

La creación de la mujer

Una vez más, busquemos un parámetro seguro y un valor absoluto para encontrar la verdadera dimensión del ser y su valor instrínseco.

En el caso de la mujer nada mejor, para comprenderla bien, que lo que nos presenta la Biblia.

El sueño profundo de Adán, para que de él Dios sacara a la mujer, nos revela un poco el secreto de su origen. Este sueño, como en la anestesia, significa el adormecimiento de toda actividad exterior (distracciones que vienen por los sentidos externos) y aun el adormecimiento de los pensamientos superficiales, a nivel de razón/Adormecimiento, en fin, de todo lo que pueda sacarlo de su centro de gravedad. Este centro es el mismo soplo divino, o germen de vida, puesto como elemento unifícador en su íntimo, simbolizado por la costilla. Este silencio exterior era necesario para que pudiese ser sacada de este soplo, centella de Dios, una nueva realidad: lo femenino.

Eva, en su primera aparición, arranca gritos de admiración y deseos de comunicación en el hombre: "Esta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos" (Gen 2,23). Una expresión bíblica para indicar su propia interioridad manifestarda en el ser de otra criatura, distinta de él. En este sentido podríamos afirmar que la mujer es la sensibilidad y la espiritualidad personificadas.

Por otra parte, fijémonos en el significado de la palabra Eva. Quiere decir, exactamente, madre de los vivientes (Gen 3, 20). Su nombre expresa una cualidad que debe manifestarse de modo específico y que no existe en el hombre.

Como consecuencia, este nombre, espiritualidad, viene a ser casi característica esencial de la mujer, de donde brotarán todos los frutos y será también la fuente de todas sus dimensiones y actuaciones humanas. Al perderla, pierde tambiénsu sentido y su identidad y tratará, inútilmente, de reencontrarse en situaciones y funciones que nunca le serán propias.

Podríamos mirarla y en ella admirar la inteligencia, la belleza física, cualidades profesionales, etc. Pero esto es común a toda persona humana y no característico de la mujer.

En ella debe manifestarse la sensibilidad, percepción más íntima, más profunda, más natural, el toque maternal que da vida y armonía en todo lo que alcanza en el radio de su acción.

Esto no es lo mismo que emotividad o fragilidad. Tampoco se debe confundir con espiritualismo angelical, o con las "madonas" lánguidas del Renacimiento, ni siquiera con el inexpresivo rostro de Mona Lisa en la que se pueden encontrar miles de facetas, todas neutras.

¡Estamos muy lejos de las mujeres del Antiguo Testamento, salvadoras de pueblos, ricas de misericordia!

Esta espiritualidad es la encarnación, en dimensión totalmente humanizada, del Espíritu de Dios, de ese soplo que ya existía en el hombre. Por eso, ella viene después del hombre, en el orden de la creación.

Adán significa humanidad, género humano. Eva, como ya dijimos, expresa una cualidad, una función. Recordemos que, en la creación, los nombres expresan, en el sentido bíblico, la esencia de las funciones y cualidades de la criatura.

Así, la mujer es la espiritualidad hecha persona. Ella es una carne transparente.

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