María - la mujer eterna

El Espíritu sólo podría unirse otológicamente a la criatura si ella fuera totalmente pura, totalmente consagrada, haciendo de ella su templo, o su tabernáculo. María se convirtió en madre de Dios encarnado, definiendo de modo total, cuál debe ser la misión, la posición de la mujer en la historia. Personal y libre.

Hubo una comunicación determinada de Dios con su criatura. A partir de la aceptación libre de María, hubo una actuación directa de Dios. "El Espíritu Santo vendrá sobre ti". De este modo, también la Tercera Persona realiza la plenitud de su actuación en el universo.

María fue en realidad esposa de Dios. En ella, la mujer se realiza escatológicamente, en todas sus dimensiones: virgen, esposa y madre. Se hace total y esencialmente femenina. Mujer en el más amplio sentido. En ella, por medio de Jesús, comienza una nueva humanidad. Y ella se vuelve madre en una dimensión nunca imaginada por la inteligencia humana. Así se nos da una visión totalmente nueva de la maternidad: engendrar los hijos para la historia del Reino, concretado en el tiempo y en la eternidad. Hijos sobre los cuales la muerte ya no tendrá poder.

Esto lo realiza ella, desarrollando al máximo su personalidad particular y adquiriendo un lugar que ya nadie le podrá quitar.

Por tanto, define el modelo para toda mujer. Ella tendrá que ser hoy, semejante a María, en nuestra historia de Redención, o no ocupará satisfactoriamente su puesto en el mundo. Pierde el sentido de su existencia.

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