Quién es el ser humano
Veamos, pues, quién es ese que va a ser engendrado.
La primera definición nos la da Dios en la Biblia: el hombre es semejante a él (Gen 1, 27).
Ahora bien, Dios es amor (Jn 3, 16; 1 Jn 4,8). El hombre, por tanto, será totalmente hombre, perteneciente a una raza purísima, verdaderamente humana, cuando es planificado por el amor, cuando es amor. Esto solamente es posible cuando recibe el Espíritu de Dios en sí y toma, entonces, conciencia de sí mismo y de su finalidad.
Es realmente vivo sólo cuando se hace consciente del verdadero sentido de su existencia. Certeza que se actualiza en lo más íntimo de su ser, en el centro de su espiritualidad, de su inteligencia y de su voluntad. Debe experimentar la coherencia entre su vida y su finalidad concreta.
Pero, ¿para qué fue creado?
Los paganos, en el sentido estricto de la palabra, restringían la finalidad del hombre a él mismo. Pero el ser humano no es autosuficiente y necesita de la fuente de la vida, que es Dios. A medida que se alimenta de la propia esencia divina —Caritas— él manifiesta mejor su imagen y semejanza. "¡Que yo te conozca, Dios mío, para que yo me conozca!" (San Agustín).
Fui creado por Dios como ser superior a todas las cosas y al que todo quedaría sometido (Gen 1, 28-30).
Al recibir el Espíritu de Dios, recibe el Amor y, como consecuencia, la Sabiduría. Ella es la que le da la posibilidad de darles sentido a todas las cosas del universo, es decir, darle valor y uso adecuado a todo lo que se encuentra inserto en el mundo. Sólo la Sabiduría, que viene dej Amor divino, puede dirigir el universo. Es. muy diferente y mucho más poderosa que la simple inteligencia humana que, dejada a sí misma, sólo causa destrucción. Así lo prueban las civilizaciones, siempre formadas a base de grandes esfuerzos y a costa de muchas vidas, para después' retroceder y desaparecer.
Por tanto, el ser humano se realiza a medida que se empapa de la verdad y de la vida que Cristo encarnó de manera absoluta. Llenándose así de ellas, se va acercando, se va transformando en Cristo. Se va haciendo cristiano.
Surge, entonces, la segunda definición de hombre dada por Pilato, cuando presentó a Jesús flagelado, coronado de espinas, reducido a nada, impotente, incapaz, escarnecido, prácticamente acabado. Pilato dijo: "He aquí al hombre" (Jn 19, 4-5). Presentó el ser prácticamente destruido, pero en él había también un poder infinito de amor. El, totalmente inocente y puro, había entregado su vida por un acto de in^ creíble libertad. Solamente él, Señor absoluto del universo, realizó de modo perfecto el acto libre de amor.
"Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual teniendo la naturaleza gloriosa de Dios no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y en su condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por ello Dios lo exaltó sobremanera y le otorgó un nombre que está sobre cualquier otro nombre, para que al nombre de Jesús doblen su rodilla los seres celestiales, los de la tierra y los infernales, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre" (Fil 2, 5-11).
En esta pobreza radical, aún de su propia naturaleza y poder, Cristo demostró que sólo en él y por él puede ser libre el ser humano.
La perfección de la vida es el amor divino, que se logra por medio de la pobreza. Su culminación es la contemplación: unión de vida, amor, libertad, realidad con su fuente que es Dios. Ahí comienza, en su intimidad, la victoria sobre la muerte.
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