Hablando con su Bebé

Por tanto, es necesaria,Impurificación.

¡Purificarse! Luego se tiene una idea negativa, sólo de limpieza. Purificarse, en cambio, es ante todo descubrir, valorizar y llenarse de las cualidades ya propuestas por Dios a las personas. No quiere decir infundir algo que viene de afuera, sino fundamentalmente hacer resplandecer la infinita Sabiduría que ya habita en el interior del alma, aunque el alimento venga de lo exterior: confesión, eucaristía, etc. No es una acción negativa, sino una invitación a la vida, a lo infinito, a la belleza, a la pureza de un templo de Dios.

Purificar la fuente de la propia vida, que es el misterio materno. Purificar a la mujer, en donde anida el embrión del nuevo ser. En cuanto posible, purificar todo el ambiente familiar.

Los medios humanos no logran esta purificación profunda; sólo logran el aspecto físico, la mente, pero no el alma, ni aun usando toda clase de gimnasias físicas y mentales, ejercicios de voluntad, calma exterior, etc.

En una experiencia cristiana, se va más allá de los recursos de la ciencia, hasta de la más avanzada.- Ante la naturaleza humana, corrompida en su relación con Dios, la propia gracia y la entrega incondicional en las manos de Dios es la que posibilita la purificación por su propia actuación. Esta es una obra divina y cada generación será una nueva creación obrada por el Altísimo, dentro del ser materno. Y esto significa también santificarse.

Si el único santo, el único puro, el único bueno es Dios, purificarse y santificarse es„unificarse, llenarse de él, subordinarse a él. Subordinarse a Dios viene a ser convertirse en señor de todo, liberándose de los límites de los proyectos humanos.

Buscar al ser humano en sí mismo como meta suprema del Universo no tiene sentido. El fin será siempre la muerte. Si analizamos al ser humano como punto final, encontramos el caos. Pero si lo contemplamos como una tensión de energía que va hacia Dios en donde encuentra la vida, ahí encontramos la finalidad que lo sobrepasa.